Wednesday, November 07, 2007

Rosita

Los niños usualmente exageran las cosas, les gusta competir con sus demás compañeritos de clase. Rosita solo trataba de no sentirse excluida. Mentía sobre un papá que no tenía y sobre una madre que no se preocupaba por ella.
Entre risitas de sus compañeritos de curso, se pasaba el día contando como se iban todos los fines de semana para la villa de su familia en Cap Cana, de cómo su papi le había comprado el ultimo Ipod ultra avanzado, -que nadie conocía, mas que ella misma-; de cómo Colorado ya le aburría para sus practicas de snowboard; de cómo su padrino le había regalado a ella y a sus primitas unas vacaciones completas en Suiza.
Nadie sabía que Rosita era becada. A nadie le importada: “si estaba allí era por algo”, -se decían.

En la salida. La procesión de Mercedes, Audis, be-emes-doble-u, y demás carros europeos de pupilas sin proletariado, matizaban su cara con el sol que reflejaban mientras ella tranquila en su esquina de siempre, esperaba que todos se fueran, para huir despacio hasta su casa a varios kilómetros de allí. Por ahí, por la acera que queda detrás del colegio, lejos de miradas, de murmullos, de dedos señalando, de risas de hienas en avanzada de espantos, de celulares con cobertura eterna.
Aquel día, -supe que dijo el portero-, se la vio mientras bajaba por un lado del monte al ver uno de los carros europeos pintados de arrogantes ilusiones, con los posibles ojos de alguna amiguita apuntando. También me cuentan, que dijo que no sabe porque, pero que vio como entraba a una casa, sin ser la de ella, que antes, la vio reír, la vio dudar, la vio fatigada, la vio entrar. El portero dijo que no pudo ir a ver lo que pasaba; que todo aquello le había parecido tan raro; que lo jura por Dios; que el no sabia que allí vivía nadie; que eso mismo le dijo a la policía. Así comiéndose las codos, así con sus ojos bien calmados, así bien despacio.

Tuesday, November 06, 2007

Sogno

No era nada parecido a lo que paso ayer. Las manos tibias, el cuerpo erizado, era como esa sensación que deben dar mil moscas sobre una herida abierta, o una araña en el esófago. Era algo así como un sueño verdoso y huérfano de suspenso, sin principios ni argumentos, delirando de inanición de espacio. Más o menos como una cesárea de atardecer o una pestaña de luz que se despegaba.

El bajaba con sus manos desde su cintura, la apretaba firmemente mientras tomaba sus nalgas, mientras la halaba hacia el. Ella jadeaba, como todo un maratonista al final de mil metros planos, no podía detener el movimiento de sus caderas, parecía algo automático, ¡ella quería decirle que parara!

Lo juro por Dios, yo la vi, se notaba que no podía evitarlo. Estoy casi seguro que ella trataba de arrojar palabras, pero se le hacia imposible, se le atoraban en medio de la garganta. Ella temblaba. Temblaba como temblaría un vaso con agua sobre un tractor en movimiento. El seguía besándola, saboreando sus senos, dibujando un murmullo sobre sus pezones. Así como un colibrí sobre una flor, bajando con su lengua desde su cuello, besándola una y otra vez, levantando sus piernas, apretando más y más fuerte sus nalgas. La piel de ambos -no se por qué- parecía como un papel de lija arrugado. Tal vez era el tacto -supuse-.

Apretándola más contra la pared tomaba sus manos y la crucificaba como a un cristo cualquiera al espejo -con todo y expresión facial-, exhibiendo su perversidad hacia aquel cuarto que con su color crema desteñido sonreía con mueca burlona ante aquella escena.

La verdad -puedo jurarlo-, ella no quería, yo lo se, se le notaba, trataba de oponer resistencia. Se lo vi en los ojos, pero en el momento en que él empezó a entrar en ella, fue todo como un relámpago en su cabeza, como si todo aquello la hubiese cegado y la hubiese enloquecido. Por momentos era como si le doliera, en otros como si todo se paralizaba; ella se retorcía, lo mordía, lo besaba, era algo increíble. Yo pensaba que lo atacaba y que a veces lo adoraba. Todavía no entiendo. Lo digo de verdad, yo estaba ahí, yo lo vi. Fue el mismo día en que me quedé sin novia y sin amigo. Se los digo, yo lo vi, y de verdad ella quería oponerse… eso mismo me dijo.