Saturday, December 22, 2007

Los índices de suicidio, de encarcelamiento y de problemas emocionales es mucho mas alto entre las personas de gran inteligencia que entre los que se engloban dentro de la media. Muchos son social, laboral y emocionalmente un completo desastre. Siga leyendo para aprender por qué.

“Personas inteligentes, y a la vez felices, es la cosa mas rara que he visto.” - Ernest Hemingway, escritor y Premio Nobel de Literatura (1899-1961)

Hemingway, que se arrebató la vida en 1961, sabía bien de ambas cosas: de inteligencia… y de infelicidad. A pesar de sobrevivir a dos guerras mundiales y a la Gran Depresión, a pesar de haber tenido 4 esposas y un incontable número de fallidas relaciones amorosas, ni todo eso ni su gran cerebro le ayudó a descubrir como ser feliz.

De igual forma que la anterior cita de Hemingway estaba basada en su propia experiencia, yo basaré las siguientes conjeturas en lo aprendido en mi vida personal y en mi experiencia profesional como sociólogo. Desgraciadamente aún no existen estudios suficientes sobre este tema para tomar como referencia.

La sociedad occidental no está preparada para albergar (ni dar alas) a niños y adultos inteligentes, de la misma manera que lo hace sobre atletas o figuras del deporte (especialmente en los más destacados). Si bien es cierto que algunas figuras excepcionalmente brillantes como Albert Einstein si han sido reconocidas, también lo es que tenemos a muchísima gente extremadamente inteligente trabajando en ocupaciones que están consideradas entre las peores, y muchas más en las que su vida personal es un completo desastre, tal y como se podría corroborar echando un vistazo a la lista de miembros de Mensa (el club de los más inteligentes del Planeta).

Los sistemas de educación en países cuyo interés principal es la acumulación de riqueza promueven la imagen de héroes de película, de guerra y del deporte, pero no del desarrollo intelectual. Las personas super inteligentes tienen los conocimientos, pero muy pocos alcanzan lo mas alto de la escala social y profesional.

Veamos las causas.

A nuestros hijos se les educa a través de cuatro pilares: el intelectual, el físico, el emocional (psicológico) y el social. En las aulas (y en la calle con los amigos), los chicos más listos tienden a ser excluidos por otros niños de muchas actividades: sencillamente no se cuenta con ellos. Son “los raros”, “los geeks”, los inadaptados sociales. Dicho de otra forma: no se pueden desarrollar socialmente tan bien como lo hacen intelectual o incluso físicamente, porque no tienen la oportunidad de hacerlo.

Su desarrollo emocional también se queda atrás con respecto al de una “persona normal”, al no enfrentarse en su vida con una serie de situaciones y vivencias con las que si se suelen topar el resto de personas (el trato con los amigos, las primeras relaciones de pareja, discusiones, problemas, alegrías, etc…)

Por si esto fuera poco además los adultos (sus propios padres y educadores) tienden a creer que los chicos inteligentes pueden hacer frente a cualquier cosa o problema porque son superiores intelectualmente. Esto incluye, inevitablemente, situaciones donde los chicos inteligentes no tienen ni conocimientos ni habilidades en las que apoyarse. No les queda otra que pasar solos los tiempos difíciles. Los adultos no entienden que necesitan ayuda, y el resto de niños no quieren juntarse con ellos, porque los “líderes sociales” (los “populares”) ya los han marcado con la etiqueta de “a evitar”.

Como resultado tenemos a un buen número de personas de gran inteligencia, pero cuyo desarrollo social ha progresado mucho más despacio que el del resto de personas, y que por ende tienen serios problemas al intentar hacer frente a algunas situaciones estresantes de la vida, sobre los que el resto si saben lidiar de mejor manera. No debería ser, por lo tanto, una sorpresa que la inmensa mayoría de los reclusos de las cárceles sean personas social y emocionalmente subdesarrolladas o “analfabetas”, y que además un gran porcentaje de ellos estén intelectualmente por encima de lo normal.

La sociedad occidental es el germen ideal para engendrar a inadaptados sociales y personas con problemas emocionales. Y en lo que se refiere a la felicidad, serán estos los que más difícilmente tendrán el alcanzarla.

Esto podría cambiar en el siglo XXI, a medida que los “geeks” están ganando reconocimiento como personas de gran potencial, y están siendo modelos a seguir para la sociedad (especialmente a raiz de que muchos de los que hoy día hacen gran fortuna se dediquen precisamente al mundo de la alta tecnología) [nota de Javi Moya: que se lo digan a los dos feorros que vendieron Youtube. Van a ‘ligar’ ahora -por decirlo fino- todo lo que no hicieron en años]. Los Geeks, por lo tanto, puede que acaben siendo más aceptados socialmente ahora que en el pasado, pero no servirá de nada a menos que reciban más ayuda con su desarrollo social y emocional, sin lo cual la mayoría estarán destinados a ser infelices hasta que no logren la misma madurez que el resto de adultos.

Con todo esto, las personas de gran inteligencia, sean niños o adultos, todavía siguen siendo excluidos socialmente en muchas situaciones… siguen siendo prejuzgados, incluso en habilidades tales como la de ser buenos compañeros, parejas, amantes y padres.

Y finalmente otro de los problemas para alcanzar la felicidad que tienen las personas inteligentes es que suelen percibir y reflexionar con mayor intensidad sobre las tragedias y tristezas del mundo en el que viven. Son mas consciente de las desgracias que les rodean, de las injusticias, de la tragedia del Ser Humano, y de sus propias miserias y carencias.

Wednesday, November 07, 2007

Rosita

Los niños usualmente exageran las cosas, les gusta competir con sus demás compañeritos de clase. Rosita solo trataba de no sentirse excluida. Mentía sobre un papá que no tenía y sobre una madre que no se preocupaba por ella.
Entre risitas de sus compañeritos de curso, se pasaba el día contando como se iban todos los fines de semana para la villa de su familia en Cap Cana, de cómo su papi le había comprado el ultimo Ipod ultra avanzado, -que nadie conocía, mas que ella misma-; de cómo Colorado ya le aburría para sus practicas de snowboard; de cómo su padrino le había regalado a ella y a sus primitas unas vacaciones completas en Suiza.
Nadie sabía que Rosita era becada. A nadie le importada: “si estaba allí era por algo”, -se decían.

En la salida. La procesión de Mercedes, Audis, be-emes-doble-u, y demás carros europeos de pupilas sin proletariado, matizaban su cara con el sol que reflejaban mientras ella tranquila en su esquina de siempre, esperaba que todos se fueran, para huir despacio hasta su casa a varios kilómetros de allí. Por ahí, por la acera que queda detrás del colegio, lejos de miradas, de murmullos, de dedos señalando, de risas de hienas en avanzada de espantos, de celulares con cobertura eterna.
Aquel día, -supe que dijo el portero-, se la vio mientras bajaba por un lado del monte al ver uno de los carros europeos pintados de arrogantes ilusiones, con los posibles ojos de alguna amiguita apuntando. También me cuentan, que dijo que no sabe porque, pero que vio como entraba a una casa, sin ser la de ella, que antes, la vio reír, la vio dudar, la vio fatigada, la vio entrar. El portero dijo que no pudo ir a ver lo que pasaba; que todo aquello le había parecido tan raro; que lo jura por Dios; que el no sabia que allí vivía nadie; que eso mismo le dijo a la policía. Así comiéndose las codos, así con sus ojos bien calmados, así bien despacio.

Tuesday, November 06, 2007

Sogno

No era nada parecido a lo que paso ayer. Las manos tibias, el cuerpo erizado, era como esa sensación que deben dar mil moscas sobre una herida abierta, o una araña en el esófago. Era algo así como un sueño verdoso y huérfano de suspenso, sin principios ni argumentos, delirando de inanición de espacio. Más o menos como una cesárea de atardecer o una pestaña de luz que se despegaba.

El bajaba con sus manos desde su cintura, la apretaba firmemente mientras tomaba sus nalgas, mientras la halaba hacia el. Ella jadeaba, como todo un maratonista al final de mil metros planos, no podía detener el movimiento de sus caderas, parecía algo automático, ¡ella quería decirle que parara!

Lo juro por Dios, yo la vi, se notaba que no podía evitarlo. Estoy casi seguro que ella trataba de arrojar palabras, pero se le hacia imposible, se le atoraban en medio de la garganta. Ella temblaba. Temblaba como temblaría un vaso con agua sobre un tractor en movimiento. El seguía besándola, saboreando sus senos, dibujando un murmullo sobre sus pezones. Así como un colibrí sobre una flor, bajando con su lengua desde su cuello, besándola una y otra vez, levantando sus piernas, apretando más y más fuerte sus nalgas. La piel de ambos -no se por qué- parecía como un papel de lija arrugado. Tal vez era el tacto -supuse-.

Apretándola más contra la pared tomaba sus manos y la crucificaba como a un cristo cualquiera al espejo -con todo y expresión facial-, exhibiendo su perversidad hacia aquel cuarto que con su color crema desteñido sonreía con mueca burlona ante aquella escena.

La verdad -puedo jurarlo-, ella no quería, yo lo se, se le notaba, trataba de oponer resistencia. Se lo vi en los ojos, pero en el momento en que él empezó a entrar en ella, fue todo como un relámpago en su cabeza, como si todo aquello la hubiese cegado y la hubiese enloquecido. Por momentos era como si le doliera, en otros como si todo se paralizaba; ella se retorcía, lo mordía, lo besaba, era algo increíble. Yo pensaba que lo atacaba y que a veces lo adoraba. Todavía no entiendo. Lo digo de verdad, yo estaba ahí, yo lo vi. Fue el mismo día en que me quedé sin novia y sin amigo. Se los digo, yo lo vi, y de verdad ella quería oponerse… eso mismo me dijo.

Wednesday, October 31, 2007

Despierta. Abre los ojos. Respira hondo. Haz diez lagartijas de las de Charles Atlas. Date una ducha con agua bien fría.

Deja entrar en tu cuerpo el espíritu del rey Schahriar. Haz tuya la voluntad de no pasar más de una noche con la misma mujer. Claro, no las mates. Simplemente no abras la puerta, no contestes el celular, borra los mails sin leerlos. Mujer que has visto desnuda, mujer muerta.

Engaña al cerebro imaginando que la mujer que te botó ha muerto. Los detalles son importantes. Recibiste la noticia. Un choque con una patana, se envenenó con Tres Pasitos, no, mejor un infarto. Ella en el ataúd. Suegra con lágrimas embarrándole la cara. Amigas en desfile de chismes. Tu actitud de estatua con luto y con gafas. La lluvia sobre la fosa. Siempre llueve en los cementerios imaginados.

Si ella vivía contigo, o te visitaba a cada rato, múdate. Es muy triste llorar cada vez que abras la puerta; es muy patético rajarse a dar gritos por una greca que hierve sobre una estufa Goldpremium de dos hornillas. Recuerda a Pavese: "... nada hay más inhabitable que un lugar donde se ha sido feliz."

Dile tu maldita madre al amigo que te dirá que no es culpa de ella, que son los tiempos. Tiempos modernos. La mujer pega cuernos a troche y moche, se emborracha y vómita todos los días. En fin, te dirá el muy imbécil, hacen las cosas que odiaban en los hombres.

Otro amigo te dirá que evitas el olvido, whatever that means, que en lugar de rapar con una mujer diferente deberías crear vínculos con una sola. Te dirá entre tragos, en medio de un reggaetón en el colmadón de tu esquina, que Brodsky escribió: "To forget one life, a man needs at minimum one more life". Contéstale que su maldita madre a Brodsky y a él, y que además ese poema termina con "And I've done that portion."

Si eres de los que tienen pistola, porque en este país todomundo anda armao, guárdala en casa de un amigo. Olvida a los ladrones. Un suicidio casi siempre es peor a que te roben el televisor o el pasaporte con visa gringa y española.

Siempre ten a tu lado una botella de romo. Por nada del mundo te des un pase de perico.

Los días peores trata de pensar que no es a ella, es el sentimiento lo que extrañas. Eso que te hace pensar que tu única misión en la vida es hacer que esa mujer se venga y se ría; eso que te hace esperar por horas en el parqueo del Banco Popular, con un mil hojas, sólo para ver la gula de niña lambiéndose los dedos. Extrañas el jazz, no a Miles Davis. Okey, mal ejemplo, pero por ahí es la cosa.

No evites la música que escuchabas con ella, deja que el cerebro se acostumbre a Bunbury sin su voz, a Enrique Iglesias sin su coro. Si no, vas a terminar escuchando a Joaquín Sabina. Puedes maldecir su buen gusto.

Trata, sé que es duro, de vencer la angustia de los primeros días. Ese vacío que sale del estómago y te ahoga, esos "vuelve mami vuelve" en tu almohada.

Hazte pajas mentales con la actitud que tomarás cuando ella regrese, cuando toque el timbre y la veas humilde, mirando el piso ante su equivocación. Recomendamos las frases "Vete a la mierda", "Hija de la gran puta", "Mardita perra", "Azarosa", o combinaciones de todas las anteriores. Trata de que suenen mucho las erres. Si estás acompañado en uno de esos regresos no necesitas frases zahirientes. Hazla pasar y, con los modales de un caballero inglés del siglo de oro, preséntale a su sucesora, que sea rubia y flaca. Si es extranjera del Cuerpo de Paz le va a dar muchísima cuerda.

Pero el tiempo pasa. La vida no te dará la oportunidad de darte ese gusto. Esa mujer no va a volver. Entonces, lentamente, barre todos los rincones; arranca todas las páginas de los libros que tienen sus notas; busca unas tijeras y destruye sus fotografías, todas, y cada vez que te llegue a la mente su boca, sus ojos, su risa, su culo, cierra los ojos y trata de recordar su entierro. Ah, y respira, respira. El aire entra, el aire sale.

Saturday, October 27, 2007

Me miras

Me miras. Te miro, y me miras. Te miro, me ves, y me miras. Te miro, me ves, me reconoces, y me miras. Te miro, me ves, me reconoces, me saludas, y me miras. Te miro, me ves, me reconoces, me saludas, te beso, y me miras. Te miro, me ves, me reconoces, me saludas, te beso, te aprietas contra mí, y me miras. Te miro, me ves, me reconoces, me saludas, te beso, te aprietas contra mí, recuerdo el cuerpo que me niega tu ropa, y me miras. Te miro, me ves, me reconoces, me saludas, te beso, te aprietas contra mí, recuerdo el cuerpo que me niega tu ropa, te desnudo, y me miras. Te miro, me ves, me reconoces, me saludas, te beso, te aprietas contra mí, recuerdo el cuerpo que me niega tu ropa, te desnudo, me quemo al acariciar tu piel de fuego, y me miras. Te miro, me ves, me reconoces, me saludas, te beso, te aprietas contra mí, recuerdo el cuerpo que me niega tu ropa, te desnudo, me quemo al acariciar tu piel de fuego, besas mis heridas y me miras. Te miro, me ves, me reconoces, me saludas, te beso, te aprietas contra mí, recuerdo el cuerpo que me niega tu ropa, te desnudo, me quemo al acariciar tu piel de fuego, besas mis heridas, te alejas sin que nada ocurra, sin una palabra. Pero me miraste.

Thursday, October 25, 2007

El hombre tiene más de 20 años en Nueva York. Es el ejemplo de un ser humano honrado, trabajador, buen padre de familia, loco con la velocidad, bebedor. Entra todos los días al Long Island College Hospital a las 6 de la mañana donde trabaja recogiendo inmundicias de otros seres humanos.

La mujer fue pedida por el hombre; nunca ha trabajado para otros. Católica empedernida, buena obtusa madre de familia, loca con la ropa, abstemia. Sale tempranito con una comadre a buscar ropas baratas para suplir su hoyo. Su apartamento en Queens, en la tarde, es visitado por todos los latinos de los alrededores donde aprovechan las oportunidades de jeans, coats, blusas, carteras y demás. Gracias a su hoyo ha pagado las vacaciones de la familia todos los años a Bonao. Gracias a su hoyo ayudó a los hermanos a comprarle una casa a su mamá. Gracias a su hoyo pudieron dar el down payment en el Chase para una hipoteca a 143 años para una casa en el Bronx.

El hombre y la mujer son felices, más o menos, esa envidiable felicidad que pueden alcanzar algunos de no cansarse de lo mismo. El hombre llega del trabajo se va a la esquina a jugar billar y a beber cerveza mientras la mujer habla por teléfono con todos sus familiares una y otra vez, después reza el rosario. Los sábados van a su casa en el Bronx a arreglar una cerradura, a pintar una pared, a ponerle timbre al basement, a bregar con los inquilinos. Con esta casa han descubierto que es mejor ser domador de panteras esquizofrénicas que bregar con gente. Que la boricua del segundo piso, además de los shows con el marido que se ha quedado a vivir sin estar en el contrato, ha dado dos cheques sin fondo y van a tener que llevarla a la corte, aunque le tengan pena porque tiene un hijito medio loco. Que los morenos del primer piso le dieron 500 dólares porque no tenían más y nunca han pagado los 900 uno arriba de otro. Que el hermano de la mujer alquiló el basement para él solo y, abracabra, apareció la otra hermana desde Lawrence con una niña de 3 años y un teenager que se la pasa escuchado reggaetón y bachata a todo lo que da haciendo que los otros inquilinos morosos los despierten en la madrugada para dar complains pero cuando se habla con el maldito muchacho del diablo es como hablar con un manatí en ácido. Que ninguno recicla causando par de tickets. Que la francesita-colombiana, no, de esa no se puede decir nada, es la mejor inquilina que se puede desear, hasta les manda una tarjeta para navidad.

Pero bueno, es sábado, la tarea es un toilet, digo, un inodoro tapado. Después de dale que dale, meter varillas, desbaratar tres perchas, mucho sudor, varias cervezas, nada; por fin el hombre se decide a desmontar el inodoro: una tusa de maíz.

Saturday, October 20, 2007

El desprendimiento de retina es una separación anormal entre dos de las dos capas que constituyen la retina: el epitelio pigmentario (capa externa de la retina) y la retina sensorial (capa interna de la retina), entre las que se interpone un líquido. Si no se trata, el desprendimiento de retina lleva a la pérdida funcional total del ojo.
El desprendimiento de retina es un problema visual grave que puede ocurrir a cualquier edad, aunque normalmente suele darse en personas de edad media o de la tercera edad. Le ocurre a una de cada diez mil personas al año a nivel mundial y puede ocurrir de manera espontánea, por problemas derivados a la visión, o por algún golpe que maltrate esta zona. La persona que padece esto, nota un defecto del campo visual, como una cortina que se atraviesa en su mirada, que es en realidad el mayor vestigio de que la retina ya no puede cumplir su itinerario de colores pintados de nostalgias. También existen algunos síntomas, que nos ayudan a detectar el desprendimiento, como el percibir destellos luminosos ó ver repentinamente cuerpos flotantes similares a moscas de cartón piedra, que hacen su escena como patrocinados por alguna agencia de viajes. Lamentablemente, la retina que se desgarrar jamás puede ser recuperada, ya que funciona como cuando se va cortando un pedazo de papel, es decir, aquel pedazo cortado, aunque se pegué, nunca será igual.
Durante hace varios años se ha intentado transplantar el globo ocular, lo cual seria la única opción para quienes quieren recuperar la visión perdida en uno o ambos ojos, derivados de esto, pero aun no se han logrado avances con los que se pueda cumplir este sueño.

La verdad, no se como me acuerdo de esto, y como me acuerdo de esto otro:

Día sin sombras, sin aves, sin colores pasteles:
-I need your help; problems at home keep increasing... I don't know what to do, we need to get away from this shit, sell everything... I don't know why you brought me to this fucking country again, I told you I hated this, life is too slow, I can easily fall in love, I'd rather stick to my chains, I'd rather be one more, in this place my heart beats, and that hurts me… oh wait… where’s my…- Escucha como un susurro entre su sueños el haitiano Yancló Bintí. Sigue viendo su casa aun sin pintar, en el piso un letrero: “Cité Soleil”, ve a sus hijos correr junto a un lagarto: Francica, su mujer, va y le roza con un lápiz amarillo sus pestañas, Yancló, recuerda que tiene una mano: se golpea la frente con ella, despierta.
Mira a su alrededor, ve paredes grises, un martillo, un serrucho oxidado, varios clavos regados entre el polvo, algunos otros en una bolsa plástica color azabache; acomoda en un rincón su almohada negra, marca Atlantic, la misma donde guarda sus pocas pertenencias, esa misma donde tiene un cassette de kompa, que ya no sabe cuando volverá a escuchar, hablando de escuchar: Yancló escucha voces, bocinas: mira por su ventana y ve borroso a un hombre y a una mujer, -ambos rubios como la mantequilla-, subirse a su carroza alemana de aros de 18 pulgadas.

Yancló se sienta en el piso empapado de polvo y de ironía de aquella habitación, con seño de nostalgia se estruja los ojos buscando despabilarse. Yancló es una persona sigilosa, procura hablar poco, no hacer ningún ruido. El solo quiere, juntar buen dinero, volver.

Son las diez de la mañana, -¿nadie sabe nada de la “Maetlo”?-, Yancló pregunta en claro creole. Nadie responde. El silencio dibuja un signo de interrogación en el portal.
Yancló sale en busca de comida, en busca de algún refresco rojo. Busca entre sus bolsillos, el poco dinero que ha juntado: necesita mandarle también a su mujer, la cual ya debe tener un hijo suyo de más de un año: Yancló no lo conoce, pero la dejo con una barriga abultada por la criatura que se asomaba. Yancló recuerda, -el maestro de su construcción, es decir, el capaz, ha estado guardándole la mayor parte de su dinero, para la hora de su partida. (El capataz de Yancló es uno de los pocos capataces haitianos que ha conocido, Yancló confía ciegamente en el: es primo de su esposa, es del mismo barrio en Puerto Príncipe).

-Sa kap fet mesie, Ça va bien?- Le dice un obrero al verlo cruzar.
Yancló, continúa su camino: no devuelve el saludo.

En el camino Yanclo siente que alguien camina detrás de él. Que alguien acelera el paso. Yancló siente un mal augurio, siente que Bonye, le susurra frases de Verlaine al oído. Yancló busca la manera de actuar, sin que se percaten de que el ya los ha notado.
Escucha ruidos y voces apresuradas hacia otro lado.
Yancló entre cierra sus ojos, para poder ver mejor lo que estaba pasando delante suyo. Divisa al primo de su esposa, divisa como huye despavorido en la parte trasera de una camioneta, al verlo. Yancló sabe que no volverá a verlo, Yancló entiende que le han robado, Yancló grita, grita como nunca lo ha hecho, grita maldiciones, grita bromato de potasio concentrado, grita en creole, en francés, en español, en marciano, en lenguas que el mismo no conoce.

Yancló es tomado por la espalda, se da cuenta que muchos de los que allí están son sus mismos compañeros de trabajo, trata de forcejear, uno de ellos le golpea con una pala oxidada.
Yancló despierta, sintiendo que durmió sobre una cama hecha de carbones ardientes. Se estruja los ojos, trata de despabilar el dolor de cabeza. Pregunta a los haitianos a su alrededor que ha pasado. Todos quedan en silencio en afán de juzgarlo.
-Kote kay mwen ye? kote kouzen mwen ye? kote ciel la ye? kote rido a ye?- Dice un tembloroso Yancló con voz de violonchelo a los que allí están, mientras se muerde los nudillos y deja divagar sus ojos.

Las paredes se cierran, la impotencia se reúne en procesión en los centímetros que deja atrás su cabeza al bajar. No hay que explicar que Yancló no comprende lo que sucede, sus ojos nómadas, hace rato contaron este relato. Las neuronas son miles de millones, pero igual que las demás células del cuerpo, jamás vuelven a reconstruirse al dejarse pérdidas. La septicemia es una enfermedad verbal, el hielo es solo un mito urbano. Yancló ya no sabe que es lo que esta pasando por su cabeza.
Otro golpe ahora en la sien, lo sorprende, pero esta vez propinado con el puño dilapidado de un hombre blanco con cabellos rubios como la mantequilla, quien le grita en el perfecto ingles de Orwell: “Where’s my fuckin money?”
Yancló se marea, se duerme, se desmaya, muere y revive, no sabe cuantas horas han pasado al despertar: solo logra divisar algunas nubes, ahora en vez de escuchar bocinas escucha cantares de vacas. Yancló ve una cortina que tapa casi en su totalidad su ojo derecho, se estruja los ojos ahora para despabilarlos a ellos.
Yancló, nunca volverá a ver ningún letrero, ni siquiera aquel que dice: “Cité Soleil”. Yancló no comprende nada de oftalmología o de humor vítreo. Yancló nunca podrá soñar con volver. Nadie entiende. Yancló no entiende.
No se como pude acordarme de esto, y de lo otro también.

Thursday, October 18, 2007

El sudor bajaba por su cara en gruesas y pegajosas capas que se incrustaban en su nariz y en su boca.
La hinchazón en su ojo izquierdo aumentaba.
El azul del cielo coloreado por el resplandor del sol, le impedía abrir por completo sus ojos.
El hedor a mierda, que dejaba el camión de puercos de adelante, subía desde el piso calcinado y garabateaba sus sentidos ya saturados con escenas de sentimientos encontrados.
La radio se escuchaba bien, pero el no podía dejar de cambiar de emisora: todo le molestaba, incluso el tenerla apagada.

-“Coño pero avancen, ¿que vaina e?… -maldita mierda, y ¿que le paso a eto ahora?”. Se decía en voz alta, mientras una maquina-operadora, al otro lado del celular, le decía no tener saldo.
El: mientras tanto, seguía a regañadientes mirando su camino detenido como una escena suplicada en el tiempo.
Bocinas, humo, culos y rabos de animales que no deberían estar en este dantesco escenario: obreros del gobierno que con toda vocación de topos abrían zanjas en la acera, obligando a los peatones a caminar por las calles.
El paso corto de un camión que anunciaba una fiesta de reggaeton para esa misma noche, se mezclaba con una orquesta de radios a todo volumen, encendidos a la par, donde no se podía divisar coherencia de ninguno.
El, en tanto, respiraba alambres de púas, que hacían eco en su nariz matizada por el sudor, y en su garganta empanizada por la sequía.

El aire acondicionado estaba dañado, el tanque de gasolina moría de inanición, escupiendo no tener saldo alguno.
Troncos de árboles que entregaron sus vidas para darle paso a alguna palmera patrocinada por la alcaldía de la ciudad, no hacían nada para que el calor redujera su marcha.
Gentes que transitan de un fantasma a otro, gritándose bromato de potasio concentrando en estas calles de Santo Domingo, le trituraban su paciencia, le obligaban a halarse el cabello, a arrastrar la yema rugosa de sus dedos, por su cara sudada y pegajosa; a respirar como todo un maratonista después de correr mil metros planos.
Aunque para todo aquel que vive más de una semana en esta ciudad es algo cotidiano, el bullicio y la mala educación de una ciudadanía que lleva mas de cien años en suspenso, él ya no toleraba mas esto: sentía que sus parpados pesaban como a un burro debe pesarle una carreta podrida, sentía ya su mundo dar vueltas, el calor, no había pedido permiso aquella tarde.

Apretaba sus puños al volante y masticaba maldiciones empujando los espacios vacíos de las cordales que una semana antes le habían sacado.

-“Dame algo ahí, que no he comio na” Le decía un niño que surfeaba entre aquel entaponamiento.
-“No hay na mi helmano…”, –“mira, no, no, no, déjame ese cristal tranquilo, que ese ta ma limpio que tu” le gritaba a otro.

El sudor cosquilleaba su nariz.
El sol no se apagaba, y no se apagaba su desesperación por llegar.
El código Morse de sus pies aumentaba, las voces en su cabeza elevaban los decibeles que brincaban en trampolín en las paredes de su cerebro: "La muerte es una vida vivida. La vida es una muerte que viene." Susurraba Borges a su conciencia. “Prefiero filete compartido, que chimi pa mi solito” mendigaba, por otro lado, la tenue voz de Luis Vargas en su cabeza.
La desesperación aumentaba.
Una guagua con una esfinge de cartón piedra -como diría algún poeta-, cruza a toda velocidad por el lado, y en su cristal una sentencia: “Llego el dolor mami”.
Ahora mastica más fuerte para no soltar más maldiciones de las que debe.
-“¿Por qué Dios manda a uno a esta mierda de vida? ¡Coño!.
¿Por qué algún maricón, familia de uno, no desfalca un banco y me deja caer algo?
¡Maldita sea, Coño!, pero ¿¡Por qué esta mierda no avanza!?
¿¡Por qué no me lleva el diablo!?”

Los puercos del camión de adelante, gruñen y gritan, el azul del cielo se hace gris. Esto no es premonición, es un clima caribeño en su apogeo. A pesar de que el entiende esto, esto no es motivo para hacer llegar su tranquilidad, muy por el contrario, mira hacia arriba frunciendo el seño con mas ira todavía.
Su ojo cada vez mas adolorido.
Aprieta cada vez más sus puños al volante, sin ver avanzar ningún vehículo en su carril.
Su celular, suena y suena, y se le hace incomodo sacarlo de sus pantalones jeans.
Su celular, sigue y sigue su camino de tenor anacoreta, hasta que al fin logra sacarlo.

-¿Alo?… ¡alo!
-Alo, Josélui…
-Dime, ¡dime!, ¿Qué paso?
-Todo tranquilo viejo… Marta esta aquí, y todo salio bien… no te preocupes por nada, que estamos Miguel-ángel, Rafael, Dayana y yo, aquí… felicidades mi hermano… tienes una hija bellísima, viejo.

Wednesday, October 17, 2007

La primera planta de este edificio en Bay Ridge es un negocio azarao siempre cerrado: deli, barbería, flores funerales. En la segunda planta vive una familia de chinos que dejan los zapatos en los escalones. En la tercera planta mi Tío. En este apartamento coños, mamañemas y maldiciones vuelan como moscas alrededor de un animal muerto. Las discusiones van de moderadas a salvajes más rápido que un Ferrari de 0 a 100 millas. Pocas demostraciones de cariño, si obviamos que mi Tío llega del trabajo y se pone a cocinarle a los hijos para que no coman Burger King; si obviamos que mi Tía sale del trabajo y se va a un Mall a coger lucha para comprar zapatos para los hijos que empiezan la escuela el martes.

Y, claro, esta energía negativa, esta gallera diaria, ha llegado al punto de perturbar a Los Otros, sabiendo que Los Otros no son los chinos de abajo, pensando seriamente, por el escándalo de arriba, en regresar a su pueblo en Yinchuan después de recorrer por tres años y medio Nepal, Asunción, Mongolia, Barahona, Kiev, Zimbabwe, Lima, Las Canarias, Los Alpes, Bangladesh, Algeria, Fiji, La Habana, Vietnam, Haití, Madrás, Los Balcanes, República Dominicana, Maracaibo, Sidney, Kingston, México, Haití de nuevo, Miches, Caguas, Toledo, Barranquilla, México de nuevo, Laredo, y de ahí a Nueva York. No, Los Otros son esos entes caprichosos que la genialidad mexicana dio a conocer como Espíritus Chocarreros.

Una madrugada, mi Tio despierta con el terrible presentimiento de algo raro pasando debajo de su techo. A pesar de ser enero, mi Tio jura que el frío no era de este mundo. Escucha atentamente a un ruido en la sala parecido al que ocurre cuando se juega un 21 de basketball apostando dinero. Se levanta, abre la puerta de repente, con más miedo que vergüenza, y una bola de basketball llega rebotando a sus pies haciéndolo cerrar la puerta, persignarse y meterse a sudar debajo de la manta.

Otra noche mi Tío se está bañando. Como le gusta el agua al punto necesario para hervir una langosta, el cuarto de baño se llena de vapor, empañando el espejo del botiquín. Mi Tío se engranoja cuando se da cuenta que algo o alguien ha escrito un enigmático mensaje en el espejo: "H H."
"¿Y qué significa esto?", le pregunto.
"Hola Humano", me dice con un leve temblor en la voz.

Y parece que los Espíritus Chocarreros comen mucho. No hay cheesecake ni dulce de leche ni flan ni pudín ni chocolate que llegue al amanecer. Que mi prima de 17 años, cuando uno se vira hacia ella de repente, por un nanosegundo, tiene un ligero parecido a una vaca, se pase la madrugada hablando por teléfono con el novio no levanta sospechas de hambre a deshora, ella está a dieta.

Otra noche mi Tío estaba solo en el apartamento, oídos atentos a los detalles, podía escuchar hasta el asma de una hoja de plátano. Mi Tío estaba dedicado a su actividad preferida: Martillar. Había quitado el cuadro del viejo fumando un cachimbo debajo de un framboyan para clavar y sacar el mismo clavo una y otra vez sin dejar huellas. "Me guta martillá", me dijo una vez. "Siempre ando con un martillo y con clavo, o puntilla, o grapa." Mi Tío siente el frío otra vez, y comete el error de rogar: "Dio mío, si no toy solo aquí dame una señal." Inmediatamente escuchó una voz de mujer, con marcado acento cockney, de esos que se encuentran al este de Londres, decir: "I 'fink I'll have a pina colada." Mi tío se maja el pulgar de la mano izquierda dejando caer el martillo en el meñique del pie derecho. No sabiendo a cuál de los dos dolores elegir para el masaje pierde el equilibrio golpeándose la rabandola o coxis con el filo de la mesa. Mi Tía llega, lo encuentra en el piso gimiendo chupándose los pulgares en posición fetal.

Otra madrugada, ya en verano, mi Tío y mi Tía despiertan con las ventanas siendo sacudidas por una hueste de demonios. En la sala se escucha un aullido tumbando cuadros, botellas y lámparas. Mi Tío y mi Tía se abrazan esperando el fin del mundo; a propósito, este fue el primer abrazo después del Año Nuevo del 2000, cuando también esperaban el fin del mundo. A los pocos minutos todo pasa, los Espíritus Chocarreros se tranquilizan dejando el desastre en la sala. Esta manifestación sobrenatural nada tuvo que ver con el tornado que azotó a Bay Ridge esa misma madrugada.

Después de esto mi Tío tomó la resolución necesaria (no, no es mudarse), haciendo una cita con un brujo colombiano. Y una tarde, en el alto Manhattan, mi Tío, después de esperar dos horas en una sórdida sala de espera de un sórdido antro con una sórdida luz roja, llora ante un hombre que tiene en la cabeza un penacho de indio americano y que le grita a la asistente o cocinera que cuidado si dejan quemar el chivo otra vez. El brujo indio escucha mirando hacia un cielo raso de telarañas, con mucha solemnidad le vende una botella de agua purificada por los Seres, una oración de exorcismo con muchísimas faltas ortográficas a San Miguel Arcángel, inscienso de vainilla y un crucifico negro.

"Debe visitar a una hermana suya en el Sur, allí debe ir a una masa de agua y buscar por un objeto extraño, lleve ese objeto a su casa y déselo a la persona que usted más quiere, para protección, ese mismo día, a la medianoche, vestido de blanco, diga la oración a San Miguel Arcángel y vierta el agua purificada, encontrará la paz y la felicidad en su hogar", le dijo el brujo indio entregándole además una tarjeta de electricista y plomero. "Llámeme a cualquier hora si se le tapa el toilet o tiene un problema elétrico."

Mi Tío sale con esperanzas, con fe, sólo tiene una duda, ¿se habrá referido el brujo indio a una prima, no tiene hermanas, que vive en Tennesse o a otra prima que vive en Baní?, las dos están en el Sur. Decide Baní, así aprovecha y visita su tierra. Y en un viaje inesperado, en una tarde azul y blanca se encuentra en Las Salinas examinando caracoles con una mano, y con una cerveza bien fría en la otra mano, hasta que se topa con un frasco de compota con una moneda de un centavo adentro.

Mi Tío llega a Nueva York entregándole el frasco de compota con la moneda de un centavo adentro a su hija. "I can't Bolivia que eta mierda fue lo que tú me trajite de Santo Domingo", escupe ella sin ninguna consideración hacia los fenómenos paranormales. Esa misma noche mi Tío se pone la bata blanca de cuando lo operaron de apendicitis, prende el inscienso, espera que todos se acuesten, con la misma solemnidad de un griego antiguo en una ceremonia para invocar a Hades lee en voz alta la oración de exorcismo:

"Arcángel San Miguel: Defiéndeno en el combate, sé nuetro amparo contra la maldá y asechanza del demonio. Reprímale Dio, pedimo suplicante y tú, Príncipe de la Milicia Celetial, arroja al infierno, con el divino poder, a sataná y demá espíritu malixno, que vagan por el mundo para la perdición de las alma."

Mi Tío espera a que las palabras santas tomen posesión de los rincones, arroja el agua purificada y, ante sus atónitos ojos, sale corriendo chocando con las paredes una cucaracha grandísima que exclama: "Fuck me, I 'fink I had too many pinas coladas."

Desde esa hora los Espíritus Chocarreros dejaron el apartamento de mi Tío, o por lo menos las pastillas para dormir adornadas con ron hacen sus orgías más discretas.

Friday, October 12, 2007

Mi soledad se fue convirtiendo en un hilo de su sonrisa.
Los días pasaban frente a mi: con un erizo en el pecho, comiendo poco, sintiéndome mal, durmiendo peor: despertándome a mitad de la noche, observando callado a quien estaba de aquel lado del espejo: llorando desconsolado mientras se mordía los nudillos de la impotencia.
La barba se me hacia abundante, llevaba varios días sin bañarme, sin cepillarme los dientes: me salían espinillas en la cara. Me sentía intranquilo, mis sueños eran antónimos de alegría; no podía concentrarme, ni en clase, ni en ningún lado: trataba de ir al gimnasio: de hacer ejercicios para olvidar; pero la realidad a cada rato se asomaba y mordía como un dragón de Komodo cualquiera de mis ganas de vivir.

El tiempo se disolvía entre mi sangre como un suero revolcado en su septicemia: el atardecer encendía sus faroles con el aguacero, los perros vomitaban cables grises, los pájaros martillaban con silbidos infernales mis sentidos; la tarde pasaba, tal como había pasado la del día anterior, y la del anterior a ese; el reloj hacia una plegaria al framboyán azul que me miraba de reojo desde la ventana. El espejo señalaba mi frente con su dedo burlón de risas bilingües.
Ella, la que ya no sabia donde se me había escondido, la que ya no me llamaba, ni siquiera por equivocación; la que ya no me buscaba, la que trataba de evitarme, -yo sabía que me evitaba, estaré ciego, pero no soy idiota: yo si la buscaba: no hay cosa mas difícil que una mujer cuando no quiere ser encontrada. Le escribí muchos mini mensajes a su celular, muchos e-mails, muchas llamadas que morían con una grabación de contestadota que sostenía su dulce voz entre sus decibeles.

Trataba de buscar entre las cuatro paredes de mi habitación: su olor, su perfume, su humedad, su fantasma. Trataba de hacerme el fuerte, para no seguirla llamando, para que no supiera lo mucho que me dolía. Las mujeres funcionan paralelamente inverso a nosotros los hombres: mientras nosotros queremos recuperarlas al instante, ellas aunque quieran, deciden que debemos convertir nuestras vidas en un calvario: lento y paciente. Y así es que logran interés hacia nosotros, nueva vez.

Lo ultimo que paso es que, efectivamente, me llamo, para lo mismo de siempre pero al menos me llamo… me dijo que la dejara tranquila, que yo debía aprender a dejar ir las cosas, que su hija estaba sufriendo mucho por mi culpa, por yo haberme ido sin decirle nada. Me dijo, que ella era culpable de todo, pero que amaba a su esposo y a su hija.
A mí, solo me quedo contestarle con una larva en la frente: ¿y yo?

Sunday, October 07, 2007

Republica Dominicana

Satélite inferior del cuarto testículo terrestre en donde habitan los "dominicanichis", extraños seres que entre otras particularidades tienen la gran capacidad impulsiva y prediseñada de aplaudir cada vez que llega la luz, el agua o cualquier artilugio de los que gozan los demás terrícolas, quienes habitan mas abajo en la escala alimenticia, -según ellos-.

La Republica Dominicana es históricamente, -y en su mente, sobre todo-, una república monárquica anarcosocialista-fascistaindependista de carácter liberalconservador progresista centralista federal totalmente ficticia e inexistente cuya situación geográfica se debate entre Saturno y el trayecto del “sol” (véase el libro: Hay un país en el mundo de don Pedro Mir).
Es bueno declarar que también Republica Dominicana entre otras insípidas componendas que aquí no vamos a resaltar, posee también un metro (de seda, en el Palacio Nacional), varias matas de plátano y consta también con una elefanta en su zoológico y otra en algún cargo publico de su pluralista administración.
Republica Dominicana es en gran medida la fuente principal de honestidad política a nivel galáctico; vale subrayar, que es también la nación con los niveles mas bajos de sarcasmo en todo el universo habitable y la feliz poseedora del mejor índice de repartición equitativa de la pobreza en esta y todas las dimensiones: pues de 16 millones de habitantes (ocho millones de dominicanos y la misma cantidad de haitianos), el gobierno ha repartido la pobreza de manera ejemplar en toda la historia universal.
También, podemos resaltar, lo mucho que se ha destacado en el ámbito de la ciencioprolonoconosilogia, la cual es una ciencia muy famosa en la dimensión de los Zorf, aunque carece de popularidad entre los ignorantes terrícolas, quienes aducen: “no conocer esa vaina”.
Posee un gobierno faraónico, y parlamentario, el cual esta conformado por un faraón casi supremo y un grupo de chóferes del transporte publico: quienes son realmente los propietarios reales de dicho territorio, incluyendo al faraón.

Un dato curioso es que la Republica Dominicana, es el único país tan higiénico, que manda a afeitar a todo su cuerpo castrense, es decir: guachimanes, oficiales del ejército, queridas de los oficiales del ejército, narcotraficantes activos, etc.

Ha sido también gobernada durante varias ocasiones por el circo de los hermanos Mejía, siendo su principal atracción, el tigre-hipopótamo Mejía durante 2000 D.C.N. (Después de Chuck Norris) y 2004 D.S (Después de Shakira) y posteriormente por su noveno clon, cuatrocientos setenta años blur mas tarde; el cual, al ver una sociedad mas liberal que la anterior, decidió casarse con una lavadora, y declararse abiertamente lavadoro-sexual, y a la que posteriormente nombro emperatriz y de cuya relación nació y fue enviado al pasado (que es el presente de ahora), su primogénito, Don Francisco, (quien en esta era, se hace pasar como humano).

Friday, October 05, 2007

Así murio Romulo Casimiro

Rómulo Casimiro Contreras ha muerto hoy. Rómulo Casimiro Contreras, era uno de los alcohólicos residentes del barrio: le llamaban “Papote”: posiblemente su hígado exploto como un huevo siendo empollado por un manatí o más posiblemente su corazón no resistió el empuje de sus arterias. De seguro ni siquiera su madre, que aun vive en Santiago Rodríguez, recuerda que su nombre verdadero era “Rómulo Casimiro”: lo que si debe recordar es que murió con los ojos bien abiertos, y los puños bien cerrados, por ahí, en algún callejón cercano al colmado de “Baní”.
Y pobres de nosotros, lo que nos viene encima. Ha muerto un canoso borrachón. ¿Qué tiene que ver con nosotros? ¿Por qué es una desgracia? -Porque hay 2 mil millones de potenciales lectores que pueden leerme. Porque menos del 3% de ustedes lee libros. Porque menos del 15% lee los periódicos. Porque la única realidad que conocemos es la que vemos por la TV o la que leemos en el Internet. Porque la existencia se redujo hace tiempo a la incomunicación, la revolución tecnológica y la vida centrada en un ficticio triunfo personal, para al final, -y de cualquier modo-, podrirnos en el olvido de la tierra.
Rómulo Casimiro siempre dijo que: ahora mismo existe una generación que no sabe nada más que lo que ve en la TV, lo que ve en el Internet, o en algún anuncio publicitario. La tele y el Internet son el evangelio, el perro y la pulga, la revelación suprema. La TV y el Internet pueden crear o destruir presidentes, papas y primeros ministros. Es la fuerza más formidable de este mundo ateo. Independientemente del otro monte de ignorantes que día con día se debaten, -sin hacer nada-, en que es mejor, si el capitalismo o el socialismo.
No culpo a Rómulo Casimiro, por ser un alcohólico; tampoco lo culpo, por haber dejado la universidad a medias, y el paraíso sin terminar: somos la generación maldita de la historia: no hemos sobrevivido a ninguna guerra o a ninguna depresión: no tenemos ningún objetivo más que llenar nuestros buches como buitres en avanzada. Nuestra guerra es la guerra espiritual, nuestra gran depresión es nuestra propia existencia. Nuestros únicos enemigos, somos nosotros mismos.
Somos la gallina pútrida que ladrando con voz de mujer degollada, camina hacia el vació eterno.

Rómulo Casimiro siempre me repitió, que tal parece que quienes labraron el presente en que hoy vivimos, con sus planes de globalización, pensaron en todo, excepto en la dignidad de la vida humana. Que estamos en medio del incendio universal, donde solo no sucumbe la frase: “sálvese quien pueda”, y donde algunos ineptos se revuelcan en la crapulencia de su auto-proclamado primer mundo tan solo por acceder a las películas alquiladas de un video club o a los productos de un supermercado, el cual cada día es llenado con la amputación de la inmensa mayoría, que sol a sol y golpe a golpe, tiene que sobrevivir tan solo con migajas miserables.

Rómulo Casimiro, cada vez que prendía en alcohol sus neuronas, me decía que hemos crecido, sin anécdotas o libros de historia: que hemos crecido con pantallas plasmas, muchos Bill Gates y muchos don Franciscos, que a cada segundo nos repetían que algún día seriamos millonarios, dioses del cine o estrellas de la música, pero poco a poco la terrible realidad se nos ha ido asomando: y estamos muy pero muy disgustados. Que han manipulado nuestros instintos más básicos, y nos han convertido en zombis avaros, con trabajos que odiamos para comprar basura que no necesitamos.

Rómulo Casimiro no creía en el Dios que le pintaban los pastores o uno que otro cristiano, el siempre decía que: la televisión era Dios, el Internet era la Biblia. Me ponía como ejemplo que Cristo no tiene ningún website, ni sale dirigiendo ninguna ceremonia de premiación: que Cristo no es el ex esposo que pelea la custodia de sus hijos contra Britney Spears: que Cristo ha muerto, y la verdad, ninguno de nosotros estamos realmente seguros si en verdad estamos vivos; a pesar de que la televisión nos sigue diciendo que si: a pesar de que nuestro evangelio de 300 canales nos dice que si.
Rómulo Casimiro siempre lo advertía: pobres de nosotros si la TV o el Internet, caen en manos equivocadas.

Tal parece que nadie se da cuenta de lo vulnerables que nos encontramos sumergidos bajo todo este valle de mierda propagandística.
Nuestra realidad ha sido anegada por un mar de irrelevancia, donde solo nos preocupamos por experimentar sensaciones varias.

Murió Rómulo Casimiro Contreras, y ustedes de seguro lo ven como un hecho lejano, claro, esto es un libro, pero eso no quita nuestras costumbres: en el Internet y en la TV nos han hablado de tantos hechos desastrosos, que ya nos hemos vuelto egoístas y vemos como algo lejano los males que atormentan nuestro propio mundo. Parece que se nos olvido que la TV o el Internet no es la verdad. Se nos olvido, como decía Rómulo Casimiro, que la TV y el Internet son dos circos, un carnaval, una compañía de acróbatas, unos cuenta cuentos, bailarines, malabaristas, domadores de leones y jugadores de pelota o fútbol. Que es el negocio del pasatiempo. Que nosotros hacemos lo que nos dice la tele y el Internet. Nos vestimos y comemos como en la tele. Que es más fácil pensar frente a la tele o frente al Internet, ellos piensan por nosotros. Que nos morimos, por una vida de mafiosos, de superhéroes, de millonarios o de grandes padres de familia como las de la tele.
Se nos olvido que indudablemente en el universo si hay un lugar que perfectamente si podemos cambiar, y ese somos nosotros mismos. Lo que sucede es que la tele y el Internet, la propaganda y el marketing, son la dictadura: la dictadura de los celulares, de la mentira, de la belleza, de los zapatos, del hip hop y de la edad: en donde no nos damos cuenta que la verdad la tenemos muy cerca, ahí cuando nos paramos frente al espejo.

Presumo, que a ustedes, les hubiese encantado conocer a Rómulo Casimiro Contreras, ese mismo que murió con los ojos bien abiertos y los puños bien cerrados, cerca del colmado de “Baní”. Apuesto que a ustedes también les hubiese gustado escucharlo hablar, así con la pasión que se imaginan que lo hubiese hecho. Créanme, a mi también, pues entre tantos hechos lejanos, Rómulo Casimiro Contreras, solo existió entre estas líneas. Con los ojos bien abiertos: con los puños bien cerrados.

Thursday, October 04, 2007

Corpus Delicti

Rómulo Casimiro Contreras ha muerto hoy. Rómulo Casimiro Contreras, era uno de los alcohólicos residentes del barrio: le llamaban “Papote”: posiblemente su hígado exploto como un huevo siendo empollado por un manatí o más posiblemente su corazón no resistió el empuje de sus arterias. De seguro ni siquiera su madre, que aun vive en Santiago Rodríguez, recuerda que su nombre verdadero era “Rómulo Casimiro”: lo que si debe recordar es que murió con los ojos bien abiertos, y los puños bien cerrados, por ahí, en una esquina del callejón cercano al colmado de “Baní”.
Y pobres de nosotros, lo que nos viene encima. Ha muerto un canoso borrachón. ¿Qué tiene que ver con ustedes? ¿Por qué es una desgracia? -Porque hay 2 mil millones de potenciales lectores que pueden leerme. Porque menos del 3% de ustedes lee libros. Porque menos del 15% lee los periódicos. Porque la única realidad que conocemos es la que vemos por la TV o la que leemos en el Internet. Porque la existencia se redujo hace tiempo a la incomunicación, la revolución tecnológica y la vida centrada en un ficticio triunfo personal.
Ahora mismo existe una generación que no sabe nada más que lo que ve en la TV, lo que ve en el Internet, o en algún anuncio publicitario. La tele y el Internet son el evangelio, el perro y la pulga, la revelación suprema. La TV y el Internet pueden crear o destruir presidentes, papas y primeros ministros. Es la fuerza más formidable de este mundo ateo. Independientemente del otro monte de ignorantes que día con día se debaten, sin hacer nada, en que es mejor, si el capitalismo o el socialismo.
Somos la generación maldita de la historia: no hemos sobrevivido a ninguna guerra o a ninguna depresión: no tenemos ningún objetivo más que llenar nuestros buches como buitres en avanzada. Nuestra guerra es la guerra espiritual, nuestra gran depresión es nuestra propia existencia. Nuestros únicos enemigos, somos nosotros mismos.
Somos la gallina pútrida que ladrando con voz de mujer degollada, camina hacia el vació supremo.

Tal parece que quienes labraron el presente en que hoy vivimos, con sus planes de globalización, pensaron en todo, excepto en la dignidad de la vida humana. Estamos en medio del incendio universal, donde solo escuchamos la frase: “sálvese quien pueda”, y donde algunos ineptos se revuelcan en la crapulencia de su auto-proclamado primer mundo tan solo por acceder a los productos de un supermercado, el cual cada día es llenado con la amputación de la inmensa mayoría, que sol a sol y golpe a golpe, tiene que sobrevivir tan solo con migajas miserables.

Hemos crecido, sin anécdotas o libros de historia: hemos crecido con pantallas plasmas, muchos Bill Gates y muchos don Franciscos, que a cada segundo nos repetían que algún día seriamos millonarios, dioses del cine o estrellas de la música, pero poco a poco la terrible realidad se nos ha ido asomando: y estamos muy pero muy disgustados. Han manipulado nuestros instintos más básicos, y nos han convertido en zombis avaros, con trabajos que odiamos para comprar basura que no necesitamos.
La televisión es Dios, el Internet es la Biblia. Cristo no tiene ningún website, ni sale dirigiendo ninguna ceremonia de premiación: Cristo no es el ex esposo que pelea la custodia de sus hijos contra Britney Spears: Cristo ha muerto, y la verdad, ninguno de nosotros estamos seguros si en verdad estamos vivos; a pesar de que la televisión nos sigue diciendo que si: nuestro evangelio de 300 canales nos dice que si.

Pobres de nosotros si la TV o el Internet, caen en manos equivocadas. Tal parece que nadie se da cuenta de lo vulnerables que nos encontramos sumergidos bajo todo este valle de mierda propagandística.
Nuestra realidad ha sido anegada por un mar de irrelevancia, donde solo nos preocupamos por experimentar sensaciones varias.

Murió Rómulo Casimiro Contreras, y ustedes de seguro lo ven como un hecho lejano, claro, esto es un libro, pero eso no quita nuestras costumbres: en el Internet y en la TV les hablamos de tantos hechos desastrosos, que ya nos hemos vuelto egoístas y vemos como algo lejano los males que atormentan nuestro propio mundo. Parece que se nos olvido que la TV o el Internet no es la verdad. La TV y el Internet son dos circos, un carnaval, una compañía de acróbatas, cuenta cuentos, bailarines, malabaristas, domadores de leones y jugadores de pelota o fútbol. Es el negocio del pasatiempo.

Nosotros hacemos lo que nos dice la tele y el Internet. Nos vestimos y comemos como en la tele. Es más fácil pensar frente a la tele o frente al Internet, ellos piensan por nosotros. Nos morimos, -la verdad-, por una vida de mafiosos, de millonarios o de grandes padres de familia como las de la tele.
Se nos olvido que indudablemente en el universo si hay un lugar que perfectamente si podemos cambiar, y ese somos nosotros mismos. Lo que sucede es que la tele y el Internet, la propaganda y el marketing, son la dictadura: la dictadura de los celulares, de la mentira, de la belleza, de los zapatos, del hip hop y de la edad: en donde no nos damos cuenta que la verdad la tenemos muy cerca, ahí cuando nos paramos frente al espejo.

Murió Rómulo Casimiro Contreras, y lo hizo solo por aquí. Después de todo, importa mas quien muere aquí dentro, que quien muere allí afuera. Nuestra vida, esta aquí dentro, no allí afuera

Fin de la señal. Programa cancelado.

Wednesday, October 03, 2007

C’est la vie…

La vida es la vida, y me encanta que así sea. Ella no se preocupa mucho por complejos o por espejos. A veces se viste de colores, otras veces peina su pelo y lo deja caer, y es tan bonito cuando vuela, cuando se perfuma, cuando sale y se vive así misma; cuando me invita a salir a bailar con ella, -como me mira de reojo, como me sonríe y se sonroja, y hasta me deja acercármele y besarla suavecito, acariciarla; me deja bajar por su cintura, me deja apretar sus nalgas, y subirla a mi; decirle palabras bonitas al oído, palabras que serian tan vulgares dichas de otra forma, o que no fuese entre nosotros dos; -así mismo, como ella me las dice a mí-. -La verdad es que tiene sus días, (¿que les puedo decir?), tiene sus días de colores, llenos de música, en donde hasta el aire es como saborear un helado de chocolate; pero también tiene sus días grises, en los que se viste de luto, como todo un pingüino... es que, la vida, es como una mujer con mucha ovulación y con unas hormonas muy caprichosas, -diría yo-, sufre de una seria bipolaridad, una larga esquizofrenia vestida de una ilusión entre amarillenta y azul, y por sobre todo, -aquí entre ustedes y yo-, la vida es sumamente paranoica. Nos mueve el mundo, nos los voltea, nos los gira, lo abre y lo cierra, lo adora y lo aborrece, y créanme, es capaz de hacer todo esto, al mismo tiempo y hasta en un solo segundo. Vida la que se vive, ¿eh?

Nos ha enviado a compartir este mundo junto a personas fantásticas como: John Lennon, Mahoma, Jesús, Chuck Norris, Jack Veneno, Forrest Gump, Buda o mi tía Tatica, para que nos digan que nos portemos bien, aunque yo se que a ella eso le preocupa poco, -pero aun así lo hace, ella quiere que propaguemos un bonito mensaje, que les pudo decir-: eso si, y les advierto, no se confíen: ella entiende bien que el pez grande se comé al pequeño, que la culebra grande se come a la mas pequeña, y que el hombre se come al hombre, por eso yo se que esto a ella, tampoco le preocupa demasiado. Es más, es así como puedo decirles que me encanta el pintalabios que a veces usa para sus besos de la muerte... -si, no se si sabían: también sufre de delirio de mafiosa-, por esto mismo, para que la vida sea para siempre. Y es que, les podría contar tantas cosas de la vida, cosas que nos pasan en el desayuno, o cuando alquilamos alguna película los sábados y nos metemos bajo las sabanas a verla; lo arrogante que es ella de vez en cuando, -¡oh Dios mío, que si lo es!-; es tan tal nuestra amiga, que nos deja vivirla, nos deja sentirla, muchas veces hasta enamorarnos de ella, hacernos sentir que ella lo es todo, que con ella podemos flotar, que sin ella no somos nada. De vez en cuando, incluso, nos hace querer secuestrarla, para poder romper a gritos el cielo haciéndole saber al mundo que la tenemos; la verdad, es que ella es tan única y especial, creo que terminamos obsesionados con ella, cuando nos percatamos de esto, aunque al final obedece a su capricho de abandonarnos totalmente; -véase que algunos tienen la dicha de estar dormidos cuando ella los abandona, otros sienten su abandono aun mientras estan respirando y por eso desean tanto dejar de respirar. Pero en fin, que eso ya es otro cuento aparte.
Últimamente supe, que esta sufriendo de una fiebre que a veces la hace alucinar, y que hace que nosotros las gentes que la amamos, nos pongamos a meditar, que rayos le estará pasando… pero a fin de cuenta, esto no debería ser un gran motivo de preocupación, la quisimos así, ella siempre ha sido así… nosotros seguiremos colgándonos en uno que otro hilo de su poesía y tomando el vino que a menudo con nosotros comparte.
Bueno, para ya no alargarles este cuento que les estoy contando, solo puedo decirles, que la vida es una y a la vez muchas, es tantas personalidades que tiene que a veces hasta nos confunde y creo que debido mas que nada a esta confusión, es imposible pasarla desapercibida.

Sogno

No era nada parecido a lo que paso ayer. Las manos tibias, el cuerpo erizado: era como esa sensación que deben dar mil moscas sobre una herida abierta, o una araña en el esófago. Era algo así como un sueño verdoso y huérfano de suspenso, sin principios ni argumentos, delirando de inanición de espacio… más o menos como una cesárea de atardecer o una pestaña de luz que se despegaba.
El bajaba con sus manos desde su cintura, la apretaba firmemente mientras tomaba sus nalgas, mientras la halaba hacia el: ella jadeaba, como todo un maratonista al final de mil metros planos: no podía detener el movimiento de sus caderas… parecía algo automático, ¡ella quería decirle que parara!, -lo juro por Dios: yo la vi; se notaba: ella no podía evitarlo, -estoy casi seguro, que ella trataba de arrojar palabras, -la verdad es que se le hacia imposible, (se le atoraban en medio de la garganta)-. Ella temblaba: temblaba así como temblaría un vaso con agua sobre un tractor en movimiento. El seguía besándola, saboreando sus senos, dibujando un murmullo sobre sus pezones: así como un colibrí sobre una flor: bajando con su lengua desde su cuello: besándola una y otra vez: levantando sus piernas: apretando mas y mas fuerte sus nalgas. La piel de ambos, -no se porque-, parecía como un papel de lija arrugado: tal vez era el tacto, -digo yo-. Apretándola mas contra la pared: tomaba sus manos y la crucificaba como a un cristo cualquiera, -con todo y expresión facial-, al espejo, exhibiendo su perversidad hacia aquel cuarto: que con su color crema desteñido, sonreía con mueca burlona aquella escena.

La verdad, -y puedo jurarla-, ella no quería, yo lo se, se le notaba… trataba de oponer resistencia… se lo vi en los ojos; pero al momento en que el empezó a entrar en ella, fue todo como un relámpago en su cabeza, como si todo aquello la hubiese cegado, y la hubiese enloquecido. Por momentos era como si le doliera, en otros como si todo se paralizaba; ella se retorcía, lo mordía, lo besaba, era algo increíble: yo pensaba que lo atacaba, y que a veces lo adoraba: todavía no entiendo. Lo digo de verdad: yo estaba ahí, yo lo vi: fue el mismo día en que me quede sin novia y sin amigo: se los digo: yo lo vi, y de verdad ella quería oponerse… eso mismo me dijo.

Tuesday, September 18, 2007

Sogno, cuesta vitta...


No era nada parecido a lo que paso ayer. Las manos tibias, el cuerpo erizado: era como esa sensación que deben dar mil moscas sobre un perro muerto, o una araña en el esófago, -mas o menos, como cuando, nos metemos entre las sabadas esas tardes de lluvia, y no evitamos reírnos sin razón alguna-. Era algo así como un sueño verdoso y huérfano de suspenso, sin principios ni argumentos, delirando de inanición de espacio… algo así como una cesárea de atardecer o una pestaña de luz que se despegaba.
El bajaba con sus manos desde su cintura, la apretaba firmemente mientras tomaba sus nalgas, mientras la halaba hacia el; ella no podía detener el movimiento de sus caderas… parecía algo automático, ¡ella quería decirle que parara!, -lo juro por Dios, yo la vi-, pero es que no podía ya evitarlo, -estoy casi seguro, que ella trataba de arrojar palabras, -la verdad es que se le hacia imposible, (se le atoraban en medio de la garganta)-. Ella temblaba, así como temblaría un vaso con agua sobre un tractor en movimiento; el seguía besándola, chupando sus tetas, bajando con su lengua por su cuello, por sus pezones, besándola una y otra vez, levantando sus piernas, agarrando sus nalgas, apretándola mas contra la pared que con su color crema desteñido, sonreía con mueca burlona hacia aquella escena.
La verdad, es que se los juro mis queridos amigos, ella no quería, yo lo se, se le notaba… trataba de oponer resistencia… se lo vi en los ojos; pero al momento en que el empezó a entrar en ella, fue todo como un relámpago en su cabeza, como si todo aquello la hubiese cegado, y la hubiese enloquecido. Por momentos era como si le doliera, en otros como si todo se paralizaba; ella se retorcía, lo mordía, lo besaba, era algo increíble. Se los digo de verdad mis dugos, yo estaba ahí, yo lo vi. Fue el mismo día en que me quede sin novia y sin amigo, se los digo: yo lo vi, de verdad ella queria oponerse… eso mismo me dijo.

Monday, September 17, 2007

Apice

Salgo de la casa. Escucho y miro con atención el desorden cercano, en tanto, Memo cierra la puerta. -una nube blanca, un semáforo en rojo, un niño vendiendo flores, bocinas, humo, la nueva canción de Tego Calderón, que se confunde y mezcla entre alguna versión esotérica de Cu-Cu-Rru-Cu-Cu Paloma de Julio Iglesias. Siento frío, debe ser el cielo que al fin compro aire acondicionado para este sartén… de seguro es el gobierno que pago la cuota que le debía al diablo, para que nos sacara de este suplicio… hablando de eso, vi a una viejita vestida de azul frente al basurero tirandole trocitos de pan a unas palomas, que de seguro se deben estar preguntando al igual que yo, -¿de donde será aquella vieja?-, que se le ocurre tal cosa.

-Date rápido, que sino Roberto se va a ir… ¡Charlie!… viejo… pero… mijo… ¿Que tu ta’ mirando? Eso e’ un perro muerto na’ ma’- Me decía Memo, mientras pasábamos frente al basurero, con meretriz de palomas, ahora incluida.
-Lo blanco que tiene los dientes- le replicaba, con una calma tan inusual, que me asustaba, -sintiendo mil arañas caminar por mi nuca en un escalofrío.
-¿Pero... y que e’ mijo? Te pusite blanco…
-No, no… na’, e’ que creo que me va a da’ gripe.
-Bueno… cuidao’ si te cae, que ese ecalon, se rompió eta’ mañana, con la contrucion.- Me decía, subiendo al portal, que mas que portal parecía sucursal del purgatorio.

Antes de tocar la puerta y de entre una bandada de “coños”, “maldita seas”, y demás artilugios malditos que de allí salían volando en éxodo, salía Roberto a recibirnos: “¿Donde se metió el maldito haitiano, ese, de nuevo, coño?” gritaba frunciendo el seño como alguien que acaba de chupar un limón.

-“Mira eta maldita vaina, esta mierda llego podría coño”.

Roberto así simplificaba la única entrada permanente de divisas que teníamos y que ya no daría a luz en nuestras manos. Cuatro sacos de aguacate que le habían llegado la mañana anterior desde Bonao, y que más que aguacates, parecían carabelas de lagartos hechas sal.

-“Coño, pero ¿que e’ lo que te pasa a ti, que te veo ahí mirando pa’ arriba, como una moca en la paré?... Ete maldito mundo me tiene harto é, uno vive trabajando pa tené cosa bonita en la casa de uno y al final to’ esa cosa terminan teniéndolo a uno. ¿Tu no ve?, el hijo de Martín Núñe, se taba burlando de mi… ¡ay coño!, la gente no se da cuenta, pero yo viniendo pa’ acá, vi una vaca muerta que no eperaba entierro de nadie, y nadie en la guagua entendió porque yo me puse así de eufórico, -a brincá y a saltá-, y e que la verdá, la gente no vio lo que yo, el muchachito ese que andaba conmigo, nama me dijo, que eso nama era una vaca muerta, y no se dio cuenta que yo lo que taba era mirando lo blanco de lo diente, de ella”

-“¿De que tu ta' hablando mijo? No te entiendo… ¿Cómo que lo diente… ta’ tu igual que ete loco, mirando diente, ¿tienen complejo de dentita utede ahora?. Replicaba memo confundido, mientras con cara de espanto no dejaba de mirar aquellos sacos dormidos en el piso de cartón piedra de aquella sala.

-“coño tu no ta’ viendo, del elefante morao con la pierna larga y rosada como la de un flamenco en el que yo venia montao, había un puerquito con muchas orejas y las piernas chiquitica como de un lagarto manejándolo, yo taba ahí, con el muchachito ese que tenia la cortada en la parte blanca de los ojos y me pidió que te trajera este zapato rojo” Decía Roberto, mientras nos quedábamos apreciando aquella escena huérfana de cordura.

-¿Qué? Le dije, aun confundido -¿tu ta en droga mijo e?

-“mira hijo e la gran puta”. Entro gritando la vieja residente del basurero, con una bandada de palomas que le salían de un hueco de la espalda.

El cielo se oscureció de aves…y como una brisa, ya los escalofríos se me habían pasado a todo el cuerpo. De repente, el silencio. Mi celular no dejaba de sonar… yo atónito, no auguraba en mi ningún movimiento.

-“¡ay!, pero balon, poque ute le dio ese gope a la maetra”, me gritaba el haitiano que había acabado de bajar de la mata de palma con hojas de trigo que estaba posada sobre el carro de pestañas azules que estaba frente a la casa. “pero po favó balon, c’est la vie, pero no con man per.

Quede ebrio mirándole fijamente sin saber que responder, y sintiendo un mareo, que me hacia desfallecer y no entenderlo. Fruncía el seño como un beisbolista miope antes de batear. Mi celular, gritaba y gritaba, y cada vez el timbre se hacia mas y mas agudo.

-¡ay! Dominicana, pero Bonye, va a veni y te va a catigá…-Justo en ese instante, en el que casi el cielo se perdía, escuchaba mi celular con un ruido escalofriante, para cuando al fin lograba de mis manos movimiento levantarlo y escucharlo hablar con la voz de mi hermano que decía: -“Viejo… son las 4 de la tarde, el asunto era a las 3, ¿te volviste a dormir en el escritorio fue?”
(Que dolor de cabeza; que vaina ni ma’ rara; no debí tomarme to’ ese vino; coño, que calor hace en esta habitación.)